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Fórmula 1 | GP de Europa en Valencia

Alonso obró el milagro

La victoria del español en Valencia parecía imposible saliendo undécimo pero la consiguió. Con los abandonos de Vettel y Hamilton es el líder sólido Mundial

Actualizado a
<b>UN HOMBRE FELIZ. </b>La victoria de Alonso en Valencia fue tan emotiva como valiosa para sus ambiciones en el Mundial y lo celebró como merecía la gesta.

Le cogió del brazo y le dijo: "Chico, que es Alonso". Carlos no quería ir, llevaban varios meses ahorrando para los 120 euros que costaba la entrada más barata del circuito de Valencia, pero su ídolo asturiano salía undécimo. "Acuérdate de aquel año que estaba igual y el japonés le echó en la primera curva, que no, que no me hago yo casi 400 kilómetros". Eran las cinco de la madrugada cuando Miguel salía de su casa en el madrileño barrio de Usera, bajó a buscar a su yerno y comenzaron viaje a Valencia. La ruta fue tranquila, pararon para tomar un café y a las nueve llegaban a la puerta D, la de la Avenida del Puerto. Cuando cogieron sus entradas, ambos se miraron como quien lleva un tesoro, el yerno miró al suegro. Como advirtiendo. Tranquilo, hombre.

Cuando Fernando Alonso bajó de su Ferrari, dejaba una bandera de España en el suelo, se quitaba el casco y aplaudía a la grada, los amigos se abrazaron entre lágrimas.

La capacidad de nuestros deportistas para regalar felicidad en estos tiempos oscuros en los que la crisis, la prima, rescates y EREs varios nos tienen con el corazón encogido es algo que jamás podremos agradecer. Y Alonso, ese asturiano que consiguió lo imposible en un mundo vetado para los españoles, tenía que aportar lo suyo, unirse al trío que forma junto a la Selección de fútbol y Rafa Nadal. "Esta victoria es para esa gente que paga su entrada, que se deja el dinero para vernos cuando lo están pasando mal", decía bañado en champán, con las lágrimas secas, escondido entre abrazos con amigos antes de subir al podio como triunfador.

Decíamos ayer que Alonso regresaba al lugar de los milagros, a ese hábitat donde sólo él sabe moverse, que únicamente a él le supone un reto cuando los demás claudican. Alonso, ése que nunca se rinde aunque el objetivo sea la utopía. Y Alonso hizo el milagro. Otra vez. En la Fórmula 1 más igualada de la historia había un piloto que tenía que repetir victoria y sólo podía ser el mejor. A pesar de que su coche rojo aún se tiñe a veces de naranja, aunque su Ferrari aún no es el más rápido, pero se convierte de ratón en carroza mágica en manos del talento español.

Fernando tenía esa mirada primero y esa sonrisa después. Antes de la carrera no conocía a nadie, después se abrazó a los que quiere y abrió el gesto de la alegría para enamorar. "Qué guapo es, qué guapo", decían... Iba a por todas, quería demostrar de lo que es capaz, iba a arriesgar al límite y además se alió con la suerte de los campeones.

Desde la undécima plaza todo es más complicado, incluso las salidas mágicas, pero de una vez adelantó a tres pilotos para ponerse octavo, lo intentó varias veces con Di Resta para llegar al séptimo, pero no pudo. La única vez. Después iba a devorar como un tiburón en una pecera a los enanos de colores. Por delante Vettel se iba volando con su avión azul, los inventos de Newey vuelven a funcionar. Y Hamilton luchaba con Grosjean y su increíble Lotus. Pero el espectáculo estaba detrás, antes de la primera parada Fernando pasa a Hulkenberg y Maldonado. Sale de boxes por delante de Raikkonen y es cuarto después del primer paso por los talleres.

Con los neumáticos blandos se encuentra en una batalla de la clase media, así que decide sacar la aristocracia que lleva en su talento para pasar a Webber, Senna, Schumacher y Di Resta. Hamilton, el brillante, el agresivo, el adelantador único... era el siguiente objetivo. Décima a décima primero, tres décimas a tres décimas después el británico de McLaren estaba siendo engullido por el hambre del asturiano. Estoy en casa, hay que volar, tengo que arriesgar, se decía el español dentro de su casco, ese que emociona cuando se ve por el mundo. Ya lo tenía cerca cuando llegó el momento que cambió la carrera. Suerte de campeón...

Vergne y Kovalainen chocan. Coche de seguridad. Unas pocas vueltas y un calor sobrehumano bastan para destrozar la mayor de las tecnologías. Un competidor intratable y el límite listo para ser sobrepasado valen para destruir a un medio novato con avión. Se va el safety y Alonso se lanza como un lobo a por Grosjean, ovejita francesa. Por delante sigue Vettel, pero el coche azul del alemán a veces es de fresa. Avería y el bicampeón germano termina una carrera que era suya antes, llevaba más de 20 segundos antes del safety, tirando el volante al asfalto. Newey se echa las manos a la cabeza y las gradas se levantan al paso del coche rojo. Alonso es líder. Grosjean acecha, pero su coche también se rompe. Suerte de campeón. Sí, se repite la frase en esta crónica. Como la palabra talento. Pero es que...

Alonso primero, por detrás llega Hamilton, pero el español mantiene la ventaja sobre los cuatro segundos, hasta que Kimi pasa al inglés, después lo intenta Maldonado y lo echa de la pista. Abandono de Lewis. El podio queda para Schumacher, sí Michael. Pero la gloria es de Fernando y la bandera y la felicidad. Y los milagros. "Chico, que es Alonso...".

El primero en repetir triunfo

Tras este triunfo, Alonso es el único que ha ganado dos carreras y saca 20 puntos a Webber, pero sobre todo 23 y 26 a Hamilton y Vettel, respectivamente, un buen crédito. El español lleva un año y una carrera sumando puntos y tiene cien más que su compañero, Massa.