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Schumacher, el más grande por un puñetazo

Fórmula 1 | GP de Italia

Schumacher, el más grande por un puñetazo

Schumacher, el más grande por un puñetazo

AP

A finales de esta temporada, el siete veces campeón del mundo se despedirá después de dieciséis años en la Fórmula 1. Debutó con Jordan en el GP de Bélgica de 1991, logró sus dos primeros títulos con un Benetton y protagonizó la era Ferrari con cinco campeonatos seguidos

Se enfadó con un taxista de Londres y le golpeó. En ese momento, Bertrand Gachot, piloto de Jordan en 1991, no podía pensar que acababa de nacer un mito. Una mariposa provocando un terremoto. La justicia inglesa condenó al francés a dos meses en el calabozo y esa decisión propició que Eddie Jordan llamase para competir en el GP de Bélgica de Fórmula 1 a un joven alemán que era campeón de la F-3 de su país. Michael Schumacher, aquel 25 de agosto de 1991 no pudo arrancar su monoplaza en la salida. Ayer, en Monza, ese mismo piloto anunció su retirada a finales de este año, tras dieciséis temporadas, convertido en el piloto con mejor palmares de la historia. Se va la leyenda de un deporte que construye dioses.

En aquella carrera belga en la que empezó todo, un tal Flavio Briatore descubrió en él esa aura que poseen los grandes. Lo fichó para el equipo Benetton-Ford y un año después ganaba su primer gran premio en el mismo escenario de su debut con 23 años y algo más de siete meses. Era previsible. Y es que hay personas que tienen el futuro dibujado por su entorno. Schumacher nació, hace 37 años, en Kerpen, su padre era albañil y cuidaba el circuito de kárting de la localidad, su madre trabajaba en el pequeño bar del trazado.

Heredero de Senna.

Michael, el hombre que ha sido calificado con mil adjetivos y siempre será recordado como El Kaiser, ha ganado más carreras que nadie, aunque sus detractores afirman que la victoria de Ímola en 1994 fue la más importante. Aquel día murió Ayrton Senna, el gran héroe que falleció dejando un sucesor. Ya sin el brasileño, el campeonato quedaba muy abierto. Michael llegaba líder a la última carrera en Australia con un punto sobre Damon Hill. Ninguno acabaría la carrera y el germano era, por primera vez, campeón. En 1995 repetía título con Benetton-Renault. Eran los dos primeros de siete.

Después llegó la era Ferrari. El dueño de la F-1 fichaba por la escudería más importante. Los éxitos tardaron cuatro años en llegar, pero siempre estaba ahí, con rivales como Villeneuve y su Williams o Hakkinen y su McLaren. Muchas polémicas y sólo un accidente grave en Silverstone, en 1999, que le rompió la tibia y el peroné y le tuvo varias carreras fuera de los circuitos.

En 2000 lograba su primer título con Ferrari, era la apoteosis de la escudería italiana, campeones 21 años después. Cinco títulos consecutivos, cada año con el mejor coche que se haya fabricado jamás y un talento sobrenatural. Hasta que el año pasado en Brasil le tocó felicitar a un español. Ahora seguirá luchando con Fernando Alonso para despedirse como campeón. Siempre lo será, siempre lo fue.

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