Si hay un circuito en el que el 'Mass Damper' puede resultar especialmente eficaz, ése es Monza. Allí estrenó Renault su pieza hace ahora un año. Tal vez lo hiciera pensando sólo en esa carrera, pero el extraordinario rendimiento demostrado por Alonso y Fisichella, segundo y tercero respectivamente en un trazado tradicionalmente tabú, les animó a mantener este sistema y a trabajar en el futuro R26 en función de él.

Su manera de actuar es parecido al de un contrapeso. Incluso podría compararse con los sistemas utilizados en los rascacielos para resistir los terremotos. En síntesis se trata de un bloque de plomo de unos nueve kilos que lleva adheridos dos muelles, uno en su parte superior y otro en la inferior. Este peso esta sujeto a la suspensión, y ejerce una influencia decisiva sobre todo el tercio delantero del monoplaza.

Cuando el neumático sufre un impacto contra un piano, el Mass Damper se pone en marcha ejerciendo una fuerza igual al rebote recibido, pero en sentido contrario. Se eliminan así la mayoría de las vibraciones, y el neumático prácticamente no pierde adherencia.

El control de tracción resulta mucho más eficaz con este sistema, y las estimaciones de Renault cifran en más de una décima por vuelta el beneficio de este sistema, especialmente en circuitos bacheados en los que el Mass Damper funciona a pleno rendimiento.

Todas estas ventajas van a desaparecer ahora para la escudería francesa, que ve cómo se esfuma uno de sus principales activos. Fueron muchas las escuderías que intentaron copiar el sistema, pero en ningún otro monoplaza funcionó tan bien como en el R26 de Alonso. Todo un varapalo.