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Eau Rouge despegar a trescientos por hora

Fórmula 1 | GP de Bélgica

Eau Rouge despegar a trescientos por hora

Una de las curvas más famosas del Mundial ofrece a los pilotos sensaciones únicas: les aguarda una subida del quince por ciento con el cielo en el horizonte como referencia.

Es una de las curvas míticas de los circuitos que componen el calendario de la Fórmula 1. Y la preferida de muchos pilotos. Por algo será. Se trata, desde luego, de un desafío extraordinario, capaz de poner a prueba tanto la valentía y la habilidad de los hombres como la eficacia y acierto de sus máquina. Eau Rouge, agua roja. Uno de los puntos claves del también excepcional trazado belga de Spa-Francorchamps.

Traten de imaginar el escenario. Los pilotos toman La Source, la curva más lenta de los interminables 6.793 metros del circuito, en segunda velocidad; se lanzan cuesta abajo por un escalofriante tobog plena aceleración, la velocidad aumenta al ritmo de las pulsaciones. Abajo, espera Eau Rouge, inalterable mientras los coches se aproximan a casi 300 km/h.

En plena trazada, las tensiones dinámicas resultan casi insoportables: fuerzas laterales de hasta 4 G que transforman los 75 kilos de peso de un piloto en nada menos que 300. Y no acaba ahí la cosa. Tras el vertiginoso descenso aguarda una subida del quince por ciento hacia Les Combes, casi una pared con la única referencia del cielo (no siempre azul en esta zona de Las Ardenas) en el horizonte. Hay que ser de una pasta especial para hacerlo a fondo, sin titubear...

Eso y disfrutar de una preparación física y mental de auténtico atleta. El cuello del piloto debe soportar el desplazamiento de la cabeza, que en tales condiciones también cuadriplica su peso, incluyendo el del casco, hasta casi los 38 kilos.

Sensaciones extremas.

Frank Dernier, uno de los ingenieros del equipo Williams, cuenta de forma muy gráfica cómo los pilotos explican sus sensaciones en estas condiciones extremas: "Dicen que en las frenadas más fuertes, que pueden llegar a los 5 G, la sensación es que los globos oculares van a salir despedidos de sus cuencas". Sin comentarios...

Para trasladar estas experiencias al mundo de los humanos, algunos datos para la reflexión. Con un coche utilitario, en carretera, la fuerza lateral se mueve en torno a los 0,4 G; es decir, la décima parte de los 4 G de una curva como Eau Rouge. En la circulación cotidiana, llegar a los 0,6 G se considera desafiar los límites de estabilidad de un turismo.

En cuanto a las frenadas, la mínima presión sobre los discos de un monoplaza se traduce en una deceleración de 1 G, absolutamente inédito en un vehículo de pasajeros convencional. Pues pueden alcanzar al límite los 5 G, considerándose que a partir de los 8 G los pilotos podrían perder la conciencia.

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