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Ducha a cubazos por... 120 euros

Yo digo | Manuel Franco

Ducha a cubazos por... 120 euros

Pensé que no lo había traído, que lo había olvidado con todo el trajín de la preparación de un viaje tan complicado y demás. Pero en una de las bolsas que transporto durante estos días descubrí un auténtico tesoro antes de embarcar hacia Atar. 'El Alquimista', un genial libro del brasileño Paulo Coelho que trata, precisamente, sobre el desierto y la vida. La sucesión de decisiones con las que juega el destino desde que nacemos hasta el día en que decimos el último adiós. Esa maravillosa obra fue mi compañera de viaje hasta este lugar donde el desierto se convierte en una extraña ciudad.

Tenía la esperanza de encontrar un sitio para dormir mínimamente en condiciones después de dos días de actividad frenética y parece ser que finalmente lo he conseguido, aunque en África nunca se sabe, y lo que parece ser una anhelada realidad, después se transforma en sólo una ilusión. Ya saben, la vida está llena de espejismos y el desierto, claro está, no iba a ser menos.

Unos nativos me informan de que en el hotel Seguellil hay habitaciones, ¡y con ducha! ¡Qué lujazo! Para llegar hasta allí entro en un Toyota todoterreno con los asientos de cuero y teléfono incorporado, pasando por las calles de arena repletas de niños con los pies descalzos. Al alcanzar el destino, me dicen que el hotel está completo y me muestran dos grandes tiendas de campaña, más un habitáculo de tela en el que un hombre desde arriba te echa dos cubos de agua.

Por esa delicia supuestamente higiénica me piden 120 euros diarios. Desgraciadamente, parece que los listos triunfan en todas partes y aquí, aún más. Todo el mundo se preocupa por mí, hasta los locos, y a todos les digo que estoy bien, que esto es muy duro, pero que en todas partes se encuentra un tesoro escondido.

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