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Odisea de varios pilotos por la falta de gasolina

Raids | Dákar

Odisea de varios pilotos por la falta de gasolina

Qué pinche hago yo aquí?, ¿Me lo puedes tú decir amigo? Con el dinero que me he gastado en esto me podría comprar un huevón Ferrari de segunda mano". De noche, acaba de llegar a la meta de Tichit Pedro de Uriarte, el único mexicano presente en este Dakar, que tiene la ilusión de ver el Lago Rosa. Está exhausto, roto por fuera y por dentro y me hace la pregunta imposible. El suramericano es una muestra del malestar generalizado entre los pilotos de motos por la falta de gasolina en la etapa de Tichit. Al llegar al CP2, los encargados del repostaje pusieron menos litros de lo debido y muchos se quedaron sin gasolina en el recorrido de la prueba.

"Yo llené el deposito a la salida y pude continuar, aunque me caí, pero siempre lleno, es la regla del desierto", dice el aragonés Víctor Rivera, que este año está aquí por voluntad propia, sin consejo paterno. Rivera se fue al suelo, llegó con la nariz sangrando y algunos periodistas le trajimos comida al hospital de campaña. Por la mañana tenía todo el cuerpo dolorido, pero sigue en carrera y es el tercer español. "No quisieron darme más gasolina, menos mal que Puertas se apiadó de mi, pero he pasado la noche en el desierto con mucho frío por su culpa. Es el Dakar, dirán", concluye Antonio Ramos, un piloto que jura que esté será su último raid en África. "Lo tenía decidido y ahora mucho más", explica Ramos, que tiene un lema en la moto: "Agua para todos", refiriéndose al problema del trasvase del Ebro a tierras murcianas y valencianas.

AS ayudó a Ferrer. Quien lo pasó realmente mal fue Amador Ferrer. El compañero de Miguel Puertas, el comandante del Ejército, que llegó sobre las tres de la madrugada. Amador se quedó con el motor roto a 30 kilómetros de la meta de Tichit, pero en un lugar donde no se podía avanzar, su Yamaha tenía el radiador roto y había afectado al motor al calentarse en exceso. Puertas estuvo con este enviado especial toda la mañana intentando recuperar a su compañero. Primero lo intentamos con unos nativos que poseen toda una flota de pick up Toyota, pero los 2.000 euros que pedían resultaron excesivos. 2.000 euros por un viaje de 30 kilómetros. No está mal. Después acudimos al Ejército mauritano y gracias a la condición militar del piloto pudimos lograr que acudiesen en ayuda de Ferrer con aceite y agua para él y su motor. A las seis de la tarde llegó Ferrer a Tichit con el rostro descompuesto y una dura noche dentro. Sufrió mucho, pero aún sigue en carrera.- m. f.

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