Estaban cenando cuando un resplandor cegó los ojos de varios pilotos. Un tubo de neón de la cocina cayó sobre las telas de una de las haimas que sirven de restaurante en el vivac del campamento del Dakar. Poco después el pequeño resplandor se convirtió en un incendio de considerables dimensiones.

Pronto se sucedieron las voces que convertían el suceso en una explosión provocada por un atentado terrorista contra la prueba. No es una locura pensar en una acción de ese tipo cuando antes de la prueba el ejercito mauritano detuvo a varios presuntos terroristas de la célula de Al Qaeda en este país, pero lo cierto es que, afortunadamente no nos encontrábamos dentro de un atentado del demente Bin Laden y los suyos.

La zona se llenó de militares mauritanos que pronto despejaron la zona al darse cuenta de que no había explosión alguna, pero el susto entre los participantes era evidente. Algunos incluso tuvieron que salir corriendo de sus tiendas de campaña en paños menores al descubrir el incendio. Un mecánico español de un equipo francés estaba en la cocina en el momento del incendio recogiendo su comida. "Era como una pequeña bolita de fuego y de repente se ha montado una buena, pero gracias a Dios no nos ha pasado nada a nadie", explicaba.

Miguel Puertas y su compañero, Amador Ferrer, que aún esperaban noticias de su compañera Alicia que ayer abandonó, también estaban cenando. "Menos mal que nos ha tocado cuando ya habíamos cogido la comida", explicaba el granadino, que se tomaba con humor la cosa. Algún otro decía que esto es normal en Mauritania porque aquí la carne se toma muy hecha. De atentado nada. Sólo son... cosas del Dakar.